lunes, 1 de octubre de 2007

¿Un Nuevo Modelo de producción de Conocimiento en Venezuela?



En el mundo se ha gestado en las postrimerías del Siglo XX e inicios del Siglo XI un reacomodo en el orden social y político, una visión cosmosocial que transciende y se fundamenta en cambios profundos y complejos en la producción de conocimiento. Venezuela no escapa a esta situación, es así que se puede observar que desde la intentona golpista liderizada por el entonces teniente Hugo Rafael Chávez Frías que concluyó con la salida abrupta de Carlos Andrés Pérez de la Presidencia de la República, en el país nacional se declaró la emergencia de lo establecido, de lo aceptado hasta ese momento como cierto, real y se generan cambios de paradigmas. Visiones nuevas, sobre todo en el campo ideológico “dando lugar a polémicas más típicas del ámbito filosófico o político que del ámbito disciplinar”. Se afianza entonces la necesidad de avanzar hacia un nuevo modelo de producción de conocimiento dentro de lo transdisciplinar que no es más que un tributo a la complejidad del conocimiento o del mundo mismo. Colapsando los límites de las disciplinas y del pensamiento. Lo transdisciplinar: trascender las disciplinas en la búsqueda de una nueva forma de diálogo entre las distintas formas culturales de la humanidad.
El proceso electoral que concluye con la elección de Hugo Chávez como Presidente de la República de Venezuela, la posterior constituyente, el nacimiento de una nueva carta magna, el cambio de nombre de nuestro país, el nuevo discurso, el establecimiento de un nuevo orden político es consecuencia y reflejo de lo anteriormente expresado. Se habla desde entonces de una revolución democrática (una contradicción per se, por decirlo de alguna manera) en Venezuela, donde mucho apuestan a vivenciarla a través de un simple cambio de colores, de blanco, verdes, blancos-verdes a rojos rojitos, pero seguir viviendo de igual manera, bajo el mismo formato. Es ingenuo pensar que se pueda gestar una revolución sin que se transforme la base epistémica heredada, sin que se deslastren los modelos cognitivos, sin que se toquen áreas tan importantes como lo establece Rigoberto Lanz (2007),”¿Es pensable que una revolución no se meta con la cultura dominante, con la hegemonía de los saberes, con los modos de producción de conocimiento regidos por el poder?.
La revolución para ser tal, está en franca lucha contra la cultura instalada, de lo establecido, de la forma de generar conocimiento, de la conceptualización misma de éste, de las formas como se enseña. Un ejemplo claro de esto son los Simoncitos que sustituyen a los centros educativos conocidos como preescolares, las escuelas y liceos bolivarianos, la Universidad Bolivariana. La misión Ciencia y el nuevo proyecto de educación que se debate en la Asamblea Nacional, la ley de educación Superior. Todas en contraposición con el orden establecido.
¿Por qué? Porque es evidente, obvio que el campo de la enseñanza de las ciencias juega un papel muy importante en los cambios, en la consolidación de este nuevo modelo. Pero como consecuencia lógica se vive hoy en día una serie de tensiones, crisis en la sociedad, de resistencia. Estamos presenciando el surgimiento de una nueva cultura transdisciplinar, en la cual desde la escuela a la universidad debe gestarse cambios ideológicos profundos. Muy significativo y sensible el rol de la universidad ante esta etapa de transición que vive el país, los desafíos son muy grandes ante la globalización del conocimiento.
Debe retomar su rol social, generando debates de ideas dentro de su seno y que la transciendan. Para contrarrestar la actuación intervencionista del gobierno que lo que hace es promover, aun más, las ya complejas y conflictivas situaciones que se viven hoy día en la universidad.

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